viernes, 11 de febrero de 2011

El orgullo es una razón que ciega el alma



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Imagen: Mehmet Ozgur

Recuerdo el temor de mi infancia a ser abandonado.
Seguramente irreal en la mente de mis padres.
Pero una seria posibilidad al castigo de unos actos
unas veces corregidos y muchos más incomprendidos.

Vas contando taciturnas noches en vela
esperando a que el hecho de ser adulto
mitigue los fantasmas, con el poder controlado
de la entrega, el compromiso o la esquiva razón.

Hoy me siento un alma inconsolablemente abatida.
Ni tan siquiera los “te quiero” devuelven un eco.

El orgullo es una razón que ciega el alma
mientras, al galope, la ilusión se nos escapa.

Hola soledad, vieja amiga.
Aférrate al humo del cigarro
y baila en silencio por la habitación
con la densa tristeza que nos arrastra.


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